martes, septiembre 06, 2011

Sentimientos encontrados


Son aquellos que llegan-por ejemplo-cuando nace tu primer hijo. Alegría por un lado, al saber que tuviste la oportunidad de ser padre, tristeza y preocupación pues no sabes si el bebé se encuentra con excelente salud, inclusive, llegas a preguntarte en la vida y el mundo que le espera.

El día de ayer volví a tener estos sentimientos. Veía varios videos sobre marchas, protestas que exigían dos grupos diferentes, unos solicitando la renuncia del gobernador Rodrigo Medina y el otro, por la del presidente de México, Felipe Calderón.

Me daba gusto al ver que esas personas salían a las calles a manifestar su inquietud por algún suceso ocurrido días anteriores. Gusto porque no fueron personas –por ejemplo yo-que se quedaron a discutir su inconformidad desde una taza de delicioso y humeante café. Sin embargo, el sentimiento de tristeza me invadió al ver que los grupos en su mayoría eran personas preparadas, intelectuales, y otros que se decían maestros. Si no me dijeran que se trataba de una marcha, pensaría que era una de las mismas inútiles discusiones entre barristas Tigres y Rayados, acalorados por el nivel paupérrimo de espectáculo y por el consumo masivo en el estadio de cerveza caliente y azorrillada. Lo cierto es que estos grupos se olvidan o desconocen completamente el significado de la palabra diálogo.

Pienso que manifestarse por medio de marchas o protestas es como gritarle a la cola de un enorme dinosaurio. Sin duda, debe y habrá otros medios más eficaces para ser escuchados, para actuar. Si se tiene la conciencia que solicitar la renuncia de los políticos no será la solución, entonces ¿por qué hacerlo? Podría ser que al igual que hace el sistema político, se debe hacer lo mismo, buscar la presencia en los medios de comunicación. Buscar espacios en los programas de mesa redonda, de discusión, de opinión tanto en radio como en tv, asimismo en la nota impresa. Sería una presencia y oportunidad de dar la cara y estar más serenos y reflexivos en estos días revueltos.

Vivimos en la incertidumbre. No sabemos lo que el día de hoy o de mañana pueda pasar salvo la segura muerte.